martes, 19 de junio de 2012

Los misterios del reino de Dios



Pbro. Carlos Sandoval Rangel

Uno de los temas centrales de la predicación de Jesús es “El Reino de Dios”; que para explicarlo, entre otras cosas, se vale de parábolas: “El reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece…”. “El Reino de Dios es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra” (Mc. 4, 26-32).


Con estas y otras parábolas, Jesús, más que explicarnos conceptualmente qué es el Reino de Dios, pretende adentrarnos en su lógica, en el modo como actúa Dios para propagar su Reino entre nosotros. Son parábolas que nos muestran el modo como Dios lleva a cabo sus objetivos; donde, por lo mostrado en estas parábolas, nos debe quedar claro que la grandeza del Reino de Dios es en primer lugar por gracia divina, es obra de Dios, pero también es importante que haya buena tierra, es decir atención a su palabra. Y así es en efecto, cuando le damos la oportunidad, Dios obra en la historia de la humanidad, aunque muchos digan lo contrario; lo cual es algo constatable:
Jesús fue crucificado y todos pensaron que había acabado su obra, incluyendo a algunos de sus discípulos, pero al tercer día resucita y reafirma en la fe a los suyos, los cuales después de pentecostés salen a predicar con una fuerza única, que su mensaje ha llegado a los últimos rincones del mundo.

La Iglesia, en sus orígenes, fue perseguida en Roma y en oriente, después en toda Europa y en todas partes; pero cuanto más han tratado de extinguirla, cortándole sus hojas y sus ramas, más ha florecido, pues quienes han intentado acabar con ella olvidan que un árbol para que no florezca más se le debe cortar de raíz, lo cual en el caso de la Iglesia es imposible, pues su raíz es Dios. En México como es sabido, los gobiernos masones y liberales trataron de acabar con ella, primero desconociéndola a través de las leyes, pero luego por la persecución cristera donde se mató a miles de cristianos, incluyendo a cientos de sacerdotes, pero lo único que lograron fue que el pueblo se uniera más y que se fortaleciera la fe. De hecho los Estados donde más se concentró la persecución contra los cristianos, son ahora los lugares de México donde más viva es la expresión religiosa.

Pero hay otros ejemplos de cómo Dios va trabajando desde lo secreto, sin que a veces advirtamos su actuar: por ejemplo en Nepal, donde se vive bajo serias represiones en muchos sentidos y donde oficialmente se vuelve intolerable la fe cristiana, en 1960 un misionero cristiano, no católico, decía que solo había ahí 25 cristianos, pero hoy hay más de un millón. En China, en 1970 había un millón y medio de cristianos, pero en la actualidad se habla de noventa millones, de los cuales 30 son católicos y los demás de diversas denominaciones. Ese es el misterio de Dios, eso es la semilla del Reino que sin saber cómo, va germinando hasta dar los frutos más inesperados.

Si eso ha hecho Dios, durante toda la historia y en cada lugar, transformando a tantas personas y de ese modo a tantos pueblos, ¿a caso no crees que pueda hacer algo similar en tu corazón? ¿No crees que si abres tu corazón a su palabra y a su presencia viva, no pueda Él darte una fe tan sólida, que te haga capaz de enfrentar tu vida con más claridad y decisión?

El Reino de los cielos no es apto para los mediocres y solo la fe nos lleva a la plenitud de la vida.

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